Aunque el crecimiento y la obtención de beneficios son objetivos deseables tanto para empresas familiares como no familiares, las primeras también persiguen objetivos no económicos, como el bienestar familiar, la continuidad generacional del negocio y la reputación dentro de la comunidad. La relación entre estos objetivos económicos y no económicos afecta profundamente la forma en que se gestiona la empresa (Gómez-Mejía et al., 2007; Gómez-Mejía y Herrero, 2022).
El modelo de riqueza socioemocional (SEW) plantea que las empresas familiares están motivadas a preservar los beneficios derivados de los aspectos no económicos del negocio, tales como los valores familiares, las emociones y el altruismo (Gómez-Mejía et al., 2011). Así, las decisiones empresariales se toman considerando las ganancias o pérdidas de SEW (Berrone et al., 2012).
Por ejemplo, en un estudio clásico, Gómez-Mejía et al. (2007) mostraron que los propietarios de molinos de aceite de oliva preferían mantener su independencia antes que unirse a una cooperativa, a pesar de que la afiliación ofrecía beneficios financieros superiores. Esta decisión se justificaba por el deseo de mantener el control familiar y evitar la centralización de decisiones, lo cual preservaba su SEW.
Sin embargo, otros estudios han mostrado que cuando la situación financiera de la familia está en riesgo, la prioridad del SEW puede verse desplazada (Berrone et al., 2012).
Varios estudios han intentado medir la riqueza socioemocional. El instrumento más utilizado es FIBER, que entiende el SEW como un concepto multidimensional compuesto por cinco dimensiones:
Aunque hay consenso en que el SEW diferencia a las empresas familiares de las no familiares, y que la mayoría busca conservarlo, también se reconoce que:
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